La Bodega del Tesoro

Cualquier localidad, por pequeña que sea, posee un valor añadido. Ya sea una historia que contar, una tradición que recuperar, un lugar con encanto e incluso un botín que espera ser descubierto. Esa riqueza intrínseca a la tierra de uno se respira al llegar a Cuzcurrita de Río Tirón. Un pueblo riojano de menos de 500 habitantes que hasta hace unos meses albergaba en sus profundidades, perdido y casi olvidado, el vestigio de un pasado que merecía reaparecer: La Bodega del Tesoro.

Sus secretos permanecieron ocultos durante los 30 años en los que permaneció cerrada, con el legado construido desde su apertura en 1881 escondido a ojos de todos. Una restauración a fondo ha hecho posible que esta bodega del siglo XIX, en la que el vino se elaboraba de forma tradicional a través de la maceración carbónica, resurja en plena actualidad. Con su valor patrimonial intacto y un nuevo componente turístico imprescindible en la región vinícola por excelencia.

La Bodega del Tesoro no sólo recupera para nuestros días un edificio histórico. También una forma de vida con reminiscencias de hace dos siglos, que se nutre de experiencias únicas. Como la posibilidad de degustar un vino en las profundidades de su calado, donde la temperatura siempre es constante, sin importar la época del año. O de degustar un almuerzo al más puro estilo riojano en el interior de una tina centenaria: sentirse vino nunca fue tan fácil. Pensada para albergar visitas de grupos reducidos y eventos de sus clientes, los elementos originales de la instalación (prensa, cubas, tinas e incluso la llave de la bodega) se han recuperado a la perfección.

Pero no sólo se busca promover el enoturismo dentro de las fronteras del proyecto, sino también más allá. La reivindicación de los barrios de bodegas, en los que poder generar comunidad local y foránea a través del vino, es otro objetivo primordial de La Bodega del Tesoro. Con ese ímpetu nace el que busca ser otro de los pilares de la iniciativa: una vinoteca y wine-bar.

Entendida como club, en ella se comercializa el propio vino de La Bodega del Tesoro, exclusivo de viñedos especiales de producciones reducidas y del que podrán disfrutar quienes se hagan socios. En la vinoteca también tienen cabida otros vinos especialmente recomendables de pequeños productores, con un interés especial hacia las aportaciones de los enólogos que puedan estar interesados en formar parte del proyecto.

Con estas ideas en marcha, y el espíritu de dar cabida a otras nuevas siempre presente, La Bodega del Tesoro quiere marcar de alguna manera a cualquiera que atraviese sus muros. Con un botín en forma de aroma, sabor, experiencia, historia, patrimonio o, en definitiva, valor añadido que espera, tras su puerta, a que alguien lo encuentre y disfrute.

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